Una
alemana en Santa Fe
TEXTOS. MÓNICA RITACCA. FOTO. MAURICIO
GARÍN.
Llegó a la ciudad en agosto del año
pasado para realizar un intercambio estudiantil.
Argentina fue el país que eligió
en primer lugar, con varios propósitos:
hablar mejor español, conocer otra
cultura y buscar un crecimiento personal.
Está cursando quinto año en el
colegio La Salle Jobson. En julio regresará
a Alemania.
DESTINO:
SANTA FE. Llegué en agosto del
año pasado, gracias a una organización
que hace intercambios estudiantiles por todo
el mundo. El 18 de agosto de 2011 conocí
por primera vez a mi familia argentina. En realidad,
ya la había conocido a través
de una carta de presentación, pero nunca
había hablado con ellos hasta ese día.
Estaba nerviosa, porque imaginate que vine por
once meses. Por suerte, desde el primer día
nos llevamos muy bien. Me aceptaron como hija,
como hermana... Me ayudaron mucho con el idioma
porque, si bien había aprendido español
en Alemania, hablarlo acá es diferente;
me enseñaron costumbres y me mostraron
lugares tradicionales. En Alemania es común
hacer este tipo de experiencias. De hecho, las
incentivan. El intercambio estudiantil por algún
país del mundo es habitual en jóvenes
de mi edad, y no tiene que ver con que tengas
las mejores calificaciones. La idea es conocer
otras culturas. La mayoría elige ir a
Estados Unidos o a países de Europa.
No muchos optan por Latinoamérica. Pero
mi caso fue diferente. Yo elegí venir
a Argentina para aprender mejor español.
Podría haber ido a España, pero
era cerca y seguía siendo un país
de Europa. Tuve que seleccionar siete países,
y Argentina fue la primera opción que
puse con la finalidad de hablar mejor español,
conocer otra cultura y buscar un crecimiento
personal. Cómo será de habitual
en Alemania es hacer este tipo de experiencias
que a los 12 años yo ya había
decidido concretarla en algún momento
de mi vida, y a los 16 ya me había anotado
al programa de intercambio. Por supuesto que
contaba con el apoyo de mis padres.
DOS
FAMILIAS. En Alemania vivo con mis padres
y mis dos hermanos, de 21 y 9 años. Mi
mamá es bancaria y mi padre abogado.
Trabajan todo el día, así que
no pasamos mucho tiempo juntos. Ellos tenían
miedo de que yo viniera para acá, y muy
contentos no estaban. En Europa consideran a
Latinoamérica como un lugar muy peligroso.
Empezamos a buscar información y, como
tengo una amiga que estuvo por acá y
no le pasó nada, cambiaron de opinión.
Permanentemente me contacto con ellos por internet.
Mi familia argentina es numerosa. Todo el tiempo
conozco a algún pariente. Acá
vivo con mis padres y dos hermanos también,
Giuliana y Luciano. El tiempo que llevo viviendo
en Santa Fe me hizo dar cuenta de que en este
país se le da gran importancia a la familia.
En Alemania no tenemos muchos tiempos juntos,
cada miembro de la familia es independiente.
Mis padres trabajan todo el día; los
de acá también pero se hacen tiempo
para estar en familia, los domingos sobre todo.
Me gusta mucho que a la hora de cenar todos
lo hagan a la misma hora y se converse en la
mesa sobre qué cosas hizo cada uno durante
el día, o la tarde... En Alemania no
es así: allá es común que
cada integrante de una familia almuerce o cene
solo cuando llega, pero no porque tenga algún
problema con alguien.
OTRA
CULTURA. Lo primero que me llamó
la atención cuando pisé Santa
Fe por primera vez fueron los niños en
la calle. En Alemania no se ven chicos pidiendo
en los semáforos o limpiando vidrios
de los autos. Me impactó verlos. También
noté que la gente es diferente. Son más
abiertos. Quieren saber de mi país y
se muestran simpáticos y solidarios.
En la escuela me preguntaron cosas durante una
semana. Allá, en cambio, somos más
cerrados; necesitamos tiempo para conocer a
una persona. Otra cosa que me llamó la
atención fue la siesta. Cuando me enteré
de que dedican un tiempo de la tarde para dormir
no entendía nada. Lo peor es que me acostumbré
y ya les voy advirtiendo a mis padres y amigos
que cuando regrese continuaré con esta
costumbre argentina. Ojalá pueda instalarla,
ya que es una práctica saludable. La
vida nocturna también es diferente con
respecto a mi país. Acá se sale
a la hora que allá se regresa a casa.
También probé el mate, que al
principio no me gustó pero ahora sí.
La carne argentina es para destacar, pero no
estoy acostumbrada a comer tanta carne: en Alemania
es muy cara. Más que nada, se comen pastas
y verduras. El calor es un tema aparte. Nunca
pensé que haría tanto calor. En
mi país, exagerando, puede haber un mes
con temperaturas de 30ºC. ¡Pero nunca
tres meses!.
ALMA
DE PERIODISTA. Al mismo tiempo que estoy
de intercambio acá, escribo para un diario
de mi ciudad. La idea surgió porque en
mi escuela de Alemania escribimos y ese diario
publicó uno de mis artículos.
Cuando se enteraron de que venía para
Argentina por once meses, me propusieron que
les mande notas desde acá. Yo acepté
porque me gustó la propuesta. Les cuento
sobre cómo se vive, los lugares que hay
para visitar, las diferencias culturales con
Alemania... Descubrí que me apasiona
mucho el periodismo y que me gustaría
seguir esa carrera.
EN
ALEMANIA
Lena
tiene 17 años recién cumplidos.
Nació el 13 de abril de 1995. En Alemania,
vive en Weimar. Una ciudad de 70.000 habitantes
aproximadamente, contó.
EN
ARGENTINA
En
Santa Fe, reside con la familia Leoni - Pedriel.
Mónica, su mamá de Argentina,
reconoció que alojar a una joven de Alemania
es toda una responsabilidad pero, al mismo tiempo,
un gusto enorme porque Lena es una joven
muy buena.